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sábado, 24 de julio de 2010

¿Regresan Las Almas De Los Difuntos?

Imagen ampliable con detalles

Supuesta fotografía del espíritu del músico Giuseppe Verdi. Fue tomada en la casa del músico accidentalmente cuando hacían un reportaje sobre el mismi.

¿Cómo explicar la presencia de un espíritu, que viene a informar acerca de algo que el testigo desconocía, es decir, que no estaba contenido en su subconsciente? Los antiguos tenían en gran respeto a estas apariciones y es por esta razón que han llegado hasta nosotros tantos testimonios valiosos.

Uno de los episodios con espíritus más antiguo es el que vivió el poeta griego Simónides (556-467 a.C.). Iba a emprender un viaje por mar. Daba la víspera un paseo por la playa cuando encontró un cadáver abandonado en la playa. Abrió un hoyo y le dio sepultura. Aquella misma noche se presentó ante él el alma del difunto y le aconsejó no embarcar. El poeta siguió el consejo y salvó la vida, puesto que el barco naufragó y murió hasta el último pasajero.

Otro caso extraño es el de Cicerón cuatro siglos más tarde. Decía que dos viajeros procedentes de Arcadia llegaron a Megara para pasar la noche. Uno encontró alojamiento en casa de un amigo, mientras el otro se acomodaba en una posada.

El primero acababa de cenar cuando le pareció ver la figura de su compañero pidiendo ayuda. Decía que el posadero iba a asesinarlo. Una hora más tarde regresó la figura, pero esta vez para decir que era ya muerto y que el posadero se había quedado con su bolsa. Su cuerpo estaba oculto en una carreta, bajo una capa de estiercol. Debía aclarar la verdad, porque el posadero tenía la intención de llevar el cuerpo lejos de la ciudad para enterrarlo. El hombre escéptico fue a ver, finalmente, al posadero. Lo encontró en la carreta, dispuesto a irse. Le gritó que quería ver el cuerpo que había escondido en la carreta. El posadero huyó al verse descubierto.

Otra historia de aparecidos que hizo las delicias de los romanos que vivieron en el siglo I de nuestra era sería dada a conocer por Plinio el Joven (32-113). El filósofo Atenágoras compró una casa que, según se decía, estaba embrujada. Le pareció que la vendían a muy buen precio y se fue a vivir en ella. No tardó en conocer a su habitante nocturno. Mientras trabajaba una noche a la luz de una vela escuchó ruido de cadenas que se aproximaban al cuarto donde se encontraba. Abandonó el filósofo la tarea para ver quién lo interrumpía y descubrió a un anciano en harapos, con expresión de loco, quien le hizo un gesto para que lo siguiese. Tuvo que insistir el aparecido varias veces antes de que Atenágoras lo acompañase hasta un patio interior, donde se desvaneció en el aire.

La mañana siguiente contrató el filósofo a un hombre para que abriese un hoyo en aquel lugar. Apareció un esqueleto cubierto de cadenas. Las autoridades llegaron a la casa y, después de opinar que se trataba del anterior dueño de la casa, quien había desaparecido años antes, se llevaron los huesos para darles sepultura. El fantasma dejó de visitar al filósofo. Este pudo terminar su libro.


Fuente: http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20091103170701AA1QBom

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